El plan de crecimiento de tu empresa debe basarse en el desarrollo de tu producto para impulsar sus ventas, y también en el desarrollo de una estrategia de negocios que permita trazar su futuro y apuntalar su rentabilidad y competitividad.
Las estrategias de crecimiento deben, por tanto, tomar dos caminos distintos pero complementarios: la estrategia de negocios y la estrategia de producto.
En el primer caso, lo que se busca es definir cuál es el objetivo estratégico de la empresa y diseñar un plan de ruta para alcanzarlo, considerando el valor que se desea crear para los consumidores, los empleados y los accionistas.
Entre los aspectos que se deben considerar al definir la estrategia de negocios están: cuál es la misión y la visión de la organización, en qué segmento de mercado participará, cuál será su ventaja competitiva, qué capacidades necesita para alcanzar la excelencia y cuáles sistemas de gestión utilizará para ser eficiente.
En el segundo caso, la estrategia se enfoca en la planeación y desarrollo del producto con la intención de que sea innovador y cubra una necesidad no satisfecha del mercado para cumplir con su objetivo de generar demanda.
En la planeación de la estrategia de producto intervienen varias fases:
Cada fase de este modelo de planeación tiene su propio cronograma, el cual se alarga o se acorta en función de su especificidad y enfoque. Los periodos contemplados para la visión y la estrategia de producto serán más largos que el periodo de impulso hacia el objetivo. La razón de esto es que entre más a futuro se contemplen los resultados, más difícil será verlos con precisión.
En particular, la estrategia de producto debe considerar el ciclo de vida del mismo, desde su lanzamiento hasta su obsolescencia, pasando por una fase de crecimiento sostenido.
Esta diferenciación entre estrategia de negocios y estrategia de producto es importante porque, ante la velocidad con que cambian los mercados, tu empresa debe poder hacer una planeación que se extienda más allá de la vida de uno de sus productos en particular.
Poder transformarse al ritmo que lo hacen la tecnología y las demandas de los consumidores es la clave, y anticiparse a las tendencias, la solución.
La planeación a futuro y el impulso para evolucionar, entonces, debe centrarse en cinco ejes, según Elena Espinal, autora del libro “Ecología del Porvenir”:
Y, lo más importante, introducir la flexibilidad y la adaptabilidad como características de la gestión a fin de evaluar resultados periódicamente y hacer los ajustes necesarios, así como estar abiertos a nuevos cambios a futuro con el fin de concretar la visión establecida.
Recuerda que toda innovación de producto o de procesos debe conllevar una estrategia que indique el camino a seguir para alcanzar el éxito deseado.
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