El surgimiento de ofertas digitales disruptivas ha puesto en alerta a las empresas, colocándolas ante el reto de actuar con efectividad en lapsos cada vez más cortos. De ahí que la innovación haya dejado de ser una opción para convertirse en una cuestión de vida o muerte para las industrias.
El término innovación implica el uso de un nuevo método o tecnología que resulta en procesos más productivos y eficientes.
Si bien este concepto surgió hace décadas, en años recientes ha tomado mayor relevancia al ser un factor de competitividad utilizado aún por pocos en el escenario empresarial, ya que llevarla a cabo implica una serie de factores de complejidad que no se habían considerado en los modelos de administración tradicionales.
Cuando se trata de la cadena de suministro, la innovación implica mejoras en la forma en que productos, servicios, información y relaciones fluyen dentro de la red.
Ante esto, las nuevas soluciones tecnológicas para la gestión de inventarios pasan por la automatización de tareas, reducir los tiempos de ejecución, tener una trazabilidad del recorrido o rutas que siguen las mercancías a lo largo de la cadena, poseer una conectividad integral y disponer de información en tiempo real que permita tomar decisiones y optimizar los procesos de negocio para ser más competitivos.
A lo largo de la historia hemos sido testigos de que la implementación de la tecnología en diversos ámbitos trae consigo beneficios tangibles.
El comercio moderno es una de las industrias que puede sacar mayores ventajas de la tecnología a lo largo de la cadena de valor, desde los centros de distribución, hasta los puntos de venta físico y digital.
Por ello, el correcto orden y administración de inventarios es uno de los principales factores que inciden en el desempeño de las empresas y en las ganancias que se obtienen. Por lo cual, es de vital importancia para las compañías contar con un inventario bien administrado y controlado.
Es aquí donde la implementación de la tecnología juega un papel fundamental, porque el enfoque en esta área debe ser el de mantener un nivel óptimo para no generar costos innecesarios.
Los resultados del estudio Sobre la Industria de Comercio Minorista 2017 de Zebra Technologies Corporation, revelaron que casi 70% de los responsables de la toma de decisiones en las empresas están listos para hacer cambios y adoptar el Internet de las Cosas (IoT) y 65% planea para 2021, haber invertido en tecnologías de automatización para gestión de inventarios y cumplimiento de planogramas.
Al respecto, destaca la importancia del Sistema de Administración de Almacenes (WMS, por sus siglas en inglés), a través del cual las empresas pueden controlar el movimiento y almacenamiento de productos.
La lógica básica de un WMS es utilizar una combinación de artículo (Ítem/SKU), localización, cantidad, unidad de medida, e información de la orden para determinar cómo recibir, dónde almacenar y reabastecer, dónde surtir y empaquetar o recoger materiales y en qué secuencia hacerlo hasta embarcar.
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Los sistemas WMS pueden ser aplicaciones independientes o pueden estar integrados en un sistema de Planificación de Recursos Empresariales (ERP).
Hace una década hablar sobre la implementación de un sistema o bien, tener un WMS, era lo más actual en tecnología, flexibilidad, adaptabilidad y agilidad para hacer frente a un mercado que comenzaba a cambiar.
Hoy en día, la utilización de este tipo de sistema ya no es hablar de innovación tecnológica en la cadena de suministro, sino de tecnología primordial para ser competitivo en un mercado tan cambiante como el actual.
Por ello, ante el continuo desarrollo de la tecnología, con mayor frecuencia van surgiendo distintas innovaciones en este campo como la realidad virtual, la inteligencia artificial, los servicios de la nube, las entregas a través de drones o los portales intuitivos, que son algunos ejemplos de cómo se están mejorando las prácticas en las cadenas de suministro del comercio moderno.
El desafío no sólo consiste en la posibilidad de implementarlos, sino en la velocidad a la que debe hacerse para cumplir con una promesa de valor ya esperada por el consumidor.